viernes, 17 de julio de 2015

Parte 11: “DE MISTERIO EN MISTERIO”. Ovni, La Gran Alborada Humana.

Parte 11: “DE MISTERIO EN MISTERIO”. Ovni, La Gran Alborada Humana.







Enrique Castillo Rincón, la historia verídica, de un hombre contactado.
1973. Bogotá, Colombia.







Tan pronto llegue a Bogotá, procedente de Villavicencio, informé al grupo de ese segundo contacto. 

Con el antecedente de mi encuentro anterior, narré superficialmente fragmentos de los acontecimientos del 18 de noviembre. 

Aun sin herir a nadie, la incredulidad aumentó a pasos agigantados, por la falta de lógica de mis historias. 

En realidad ellos esperaban una cosa, y yo les estaba contando otra. 

Con todo esto, al principio ninguno preguntó para aclarar las dudas, normales en esos casos. 

Sólo al final, Richard primero, y Marjorie después, con ciertas reservas, me cuestionaron con mucha superficialidad.

Recibí la fuerte impresión de que no eran plenamente concientes de la experiencia colectiva. 

Teníamos la firme convicción de mejorar gradualmente en nuestra evolución espiritual, con la ayuda de “maestros Iluminados”, éste era el objetivo de las comunicaciones.

A partir de ese momento, los mensajes telepáticos se hicieron continuos. 

Parte de la disciplina del grupo incluía reuniones, 2 veces por semana. 

Escogimos los días martes y viernes, por ser cómodos para todos.

La reunión empezaba a las 8 de la noche para terminar dos horas después. 

Los extraterrestres nos habían pedido que llegáramos con bastante anticipación. 

Lo hicimos, unos 15 minutos antes. A la hora fijada, tomábamos nuestros lugares acostumbramos para realizar, como primera medida, ejercicios de concentración y relajación, por no más de 5 minutos. 

Todos juntos formábamos una semicircunferencia, y en profundo silencio, prestábamos atención a quien dirigía las prácticas.

El sitio de reunión, cuestión de costumbre, se había establecido en casa de Richard Deeb. 

Casi siempre, la oscuridad del recinto, era herida tímidamente por un reflejo filtrado, a través de una de las ventanas provenientes de un poste eléctrico de la calle, y por una lámpara, discretamente colocada, para evitar molestias en nuestra vista, y hacer más fácil la concentración.

Cada uno llevaba abundantes hojas de papel y lápiz. 

En un principio, Karen lo dirigía, pero al ausentarse ella, cualquiera de nosotros tomaba la dirección de los ejercicios. 

Era cuestión de mecánica ejecutarlos con bastante propiedad.

Así pues, todos de pie, alejados un metro, el uno de lo otro, comenzábamos con los ejercicios respiratorios.

Unidas las palmas de las manos, a la altura del ombligo, el plexo solar, aspirábamos profundamente el aire, dejando subir lentamente las manos hasta llegar a la barbilla. 

Una vez allí, las separábamos, alzando los brazos, con los dedos bien estirados, hasta asemejarnos a las antenas. 

Karen decía que, de ésta manera, podríamos recoger “energía cósmica”.

Con los brazos arriba, sosteníamos, durante 4 pulsaciones del corazón, la respiración. 

Luego, bajábamos los dedos bien rígidos sobre la cabeza, tocando el pelo y cráneo, con las yemas de los dedos, y exhalando el aire, durante 4 pulsaciones del corazón.

Durante 6 veces repetíamos el mismo ejercicio respiratorio: cuatro pulsaciones para respirar, 2 pulsaciones para retenerlo y 4 pulsaciones para expulsarlo. 

En los intervalos, frotábamos vigorosamente las manos, para poder cargarnos de energía. 

Al finalizar los ejercicios de respiración, tomábamos nuestros respectivos lugares de asiento. 

Posteriormente, cerrábamos los ojos y uníamos las piernas, buscando siempre una posición cómoda. 

Las palmas de las manos mirando hacia arriba, eran colocadas sobre las rodillas. 

Esperábamos unos momentos, y entraba la comunicación. 

Nos sentábamos intercalados: un hombre, una mujer, así sucesivamente.

Yo siempre me sentaba con la frente hacia el norte, y la espalda al sur. 

Meses mas tarde, en febrero de 1974, se nos daría la palabra clave de nuestro grupo, para identificarnos. 

Era una rutina fortificante, y sobre todo relajante.

Sólo, durante las dos primeras comunicaciones, me dolió la cabeza. 

Pero al transcurrir el tiempo, ese malestar desapareció por completo. 

Los dolores de cabezas iban acompañados de fuertes temblores por todo mi cuerpo. 

Más tarde, lograría pleno dominio sobre estas sensaciones.

También, cabe agregar, que no volví a caer en la medianidad de las dos primeras veces. 

Era plenamente conciente, hasta el punto de, poder abrir mis ojos, aún en el momento de recibir los mensajes. 

Nosotros llamábamos a esto Telepatía consciente.

Finalizando el mes de noviembre de 1973, hizo aparición el MAESTRO SABIDURIA. 

Yo le puse este nombre porque nunca se identificó. 

También solíamos llamarle “Maestro Conocimiento”. 

Sus mensajes, siempre de tonalidad mística, iban acompañados de enseñanzas claras, nítidas, y muy sencillas de entender.

Sin perder su característica de comunicación mesiánica, el Maestro Sabiduría nos invitaba a mantener buenas relaciones con los hombres. 

Sus enseñanzas en el campo de la moral eran desconcertantes. 

Hacia continuo énfasis en la necesidad de mantener mente muy clara, para permanecer unidos en el Grupo mientras continuaran las comunicaciones.

De vez en cuando intercambiábamos la casa de Richard Deeb con la de Marjorie de Hollman, o el apartamento de la carrera 31ª con calle 11, como sitio de reunión.

A principios de diciembre Karen había regresado de Cali, la acompañaba una señora llamada Cecilia, de reconocidas capacidades paranormales. 

Con ellas, el día 5 del mismo mes, logramos comunicarnos con
seres procedentes de Venus. 

Se fueron identificando como Febo, Baros, Rondi y por último, Orhion y Yamaruck.

Febo hablo primero. 

Con cierta dulzura, pero sin dejar de mostrar energía, hizo la correspondiente presentación del Grupo, al cual pertenecía. 

Sus palabras duraron 15 minutos. 
Posteriormente, Orhion tomó la iniciativa. 

No se como explicarlo, pero la fuerza de sus monólogos impregnaban el ambiente de una misteriosa energía, impidiendo realizar un solo movimiento que perturbara el curso del mensaje. 

Nos afectaba profundamente, hasta el punto de sentirnos incapaces de reaccionar concierta coordinación. 

El contenido de la plática, siempre mística, iba acompañado de advertencias proféticas. 

Posteriormente, el Comandante Yamaruck haría su entrada al grupo, con informes de variado orden.

Cada reunión podría iniciarla Krisnamerck (Ciryl Weiss), o bien Orhion. Nunca hubo una interrupción del uno al otro. 

Muchas veces notamos la ausencia prolongada de Ciryl, pero a los cuantos días, se reportaba de nuevo.

Siempre nos hicieron ver que ambos pertenecían a la misma organización, de la cual ya nos habían hablado anteriormente.

Como si estuviera dispuesto, desde mucho antes, los personajes extraterrestres se turnaban para hablar con una sincronización impresionante. 

Muy pocas veces el “Maestro Sabiduría” nos acompañó, pero cuando lo hizo, notamos un profundo dominio de los temas. 

Profundizó magistralmente sobre los senderos optativos para los seres humanos en su camino de la evolución. 

En la misma forma, aunque en su estilo personal, SAO de las Pléyades, hizo lo suyo.

La técnica de comunicación fue siempre la misma. 

Solo meses después, nos entregarían la “clave” del Grupo, cuyo propósito sería identificarnos en el momento de las reuniones.

Todos, después de los ejercicios respiratorios, debíamos repetir en voz baja con ritmo y fuerza, las palabras “ANZALA POTALA”. 

Esa clave debía ir acompañada con las manos dispuestas, de la siguiente manera:

Unidos los dedos índice y pulgar, dejando los otros tres extendidos, con las palmas de la mano hacia arriba.

La clave debíamos repetirla durante tres segundos, sin interrupciones. 

Muchas veces sucedió, después de pronunciar mentalmente la clave, que la comunicación se estableció instantáneamente, obligándonos a tomar nuestros sitios en los asientos.

Por aquel entonces, comencé a sospechar si las comunicaciones recibidas en mi cerebro eran producto de la telepatía.

Escuchaba tonos distintos de personas diferentes en mi cerebro. 

Mis conocimientos sobre éste tema me indicaban, que un verdadero telépata escuchaba una sola clase de tonalidad, aunque fueran muchas las procedencias de los mensajes. 

Yo podía distinguir con toda claridad, sin lugar a dudas, el temperamento y la fuerza de expresión de mis interlocutores. 

Para mi era fácil reconocer a Ciryl, a Orhion, o al Maestro Sabiduría. Cada uno de ellos, con su propia personalidad, y con tonos de voz diferente. 

Unos amorosos, los otros autoritarios, no me permitían dudas al origen de las comunicaciones.

Otro dato interesante fue la forma como captaba las voces. 

Si permanecía en un lugar, durante 10 o 15 minutos, no entraba la comunicación, me movía, ya fuera a la izquierda o a la derecha mi cabeza, hasta sintonizar adecuadamente la onda. 

Si la movía ligeramente, la voz se me iba. Tenía necesariamente que adoptar la posición de recepción de un principio. 

Era más o menos, como cuando manipulamos un radio transistor, orientando su antena, hasta sintonizar adecuadamente la emisora.

En ciertas posiciones podía recibir nítidamente las comunicaciones, aunque en muchas parecía irse la onda de mi cerebro. 

Si esto ocurría, debía girar mi cabeza hasta lograr de nuevo, perfecta audición. 

Mucho tiempo después, por otra experiencia sufrida con los miembros del Grupo, llegué a la siguiente conclusión:

Los extraterrestres se comunicaban conmigo, utilizando un sofisticado equipo de “radio”, en el cual, captaba mis “ondas cerebrales”. 

De esa manera podían interferirlas o “introducirme sus mensajes”.

Para el mes de enero de 1974, se nos informo sobre la misión de los Venusinos en la Tierra. 

Se encontraban a bordo de dos naves, en territorio colombiano, explorando zonas selváticas y montañas. 

Habían dejado la Nave Nodriza en alguna zona del Polo Sur.

El grupo de científicos exploradores nos informó el impresionante parecido de algunas de éstas zonas de sudamericanas con su planeta natal. 

Yo no podía entender, como podían ser Venusinos, si los “datos científicos que aportaban sondas y otras investigaciones de astrónomos, y de expertos, decía claramente que NO HABIA VIDA EN ESE PLANETA. 

¿Cómo entonces, nos decían a nosotros venir de Venus? 

¿Era algún truco con propósitos ignorados por nosotros? 

¿Querían conocer nuestras reacciones al escuchar esas aseveraciones? 

De todas maneras habíamos aceptado, sin protestar, tales declaraciones. 

Nos especificaron en que consistían aquellos parecidos.

Algunos de los tripulantes ya habían estado en la Tierra en otras ocasiones, sin embrago, otros de sus compañeros lo hacían por primera vez. 

Parecían investigar esos sitios inaccesibles al hombre por ahora.

Eran esos “remanentes”, donde vivirían los seres que dejarían las ciudades, una vez se desatara la guerra nuclear.

En los “remanentes”, según nos dijeron, había agua potable en grandes cantidades, árboles madereros, vegetación abundante, y tierras favorables para cultivar, sin peligro de verse inundadas. 

El clima benéfico para una vida sana, era el común denominador de esas regiones. 

Por su conformación geológica, estos “remanentes” podrían albergar grandes concentraciones de gentes, una vez llegara el momento de evacuar las ciudades. 

Nos insinuaron, sin decirlo directamente, que allí se encontraba el futuro de la raza humana.

Llegado el momento, esas zonas cambiarían de clima, tomando una temperatura ideal por miles de años más.

Uno de los miembros del Grupo, Pedro Ávila, preguntó sobre la localización exacta de esos “remanentes”.

Nunca esperábamos una respuesta concreta, por eso nos sorprendió. 

Nos dictaron las coordenadas exactas de 10 “remantes”, entre los 12 previstos por los extraterrestres. 

Buscamos en un mapa los lugares correspondientes a los grados, minutos y segundos del informe. 

Tres de los puntos correspondían con exactitud a antiguas ciudades del Imperio Inca.

Según nos dijeron, esos “remantes” vivirían personas sin distingo de raza o categoría social. 

Si para esa época, el hombre no había acortado, desde sus propias raíces esa separación tan honda, no estaría en condiciones de llegar allí. 

Fue dictado, con mucho cuidado, la localización exacta de esos “remantes”, por una de los científicos de la expedición de nombre GNOMO.

Los Venusinos continuamente enseñaban preceptos morales, que confundíamos sin misericordia, con invitación al misticismo. 

Y ese fue uno de nuestros errores. 
Sus palabras fueron sagradas para todos nosotros. 

Cabe destacar que la fuerza del mensaje, y el momento vivido, influían eficazmente en una interpretación espiritual de los consejos.

Siempre estaban pendientes del Grupo, de sus acciones, de sus apreciaciones y comentarios, y sin hablar con nombres propios, se iban refiriendo en forma colectiva a nuestro diario proceder. 

Una de las tantas veces, nos hicieron ver las desagradables expresiones soeces utilizadas al terminar las reuniones. 

Con palabras exactas repetían abiertamente los chistes de mal gusto, y de doble sentido, utilizados por nosotros, para “alegrar y levantar el animo”, al termino de las sesiones. 

Esto les molestaba mucho, y nos lo hacia tomar en cuenta.

El Grupo malinterpretaba las palabras de los extraterrestres, no obstante, ellos nos animaban continuamente con datos y testimonios concretos, sobre su presencia. 

Una de esas pruebas fue ofrecida a los ojos incrédulos de algunos de los miembros del grupo, finalizando el mes de Diciembre de 1973.

En señal de “buena voluntad”, los Hermanos Mayores limpiarían la atmósfera bogotana del smog detectado por ellos, en gran cantidad, sobre nuestra ciudad. 

Lo harían 8 días después de haber recibido ésta información, un día viernes, desde las 10:30 de la mañana hasta la 1 de la tarde. 

Cerrarían la ciudad con nubes oscura y bajas, se formaría una tormenta eléctrica, con rayos y truenos que originaria una copiosa lluvia, durante todo el tiempo de la limpieza. 

Las nubes camuflarían las naves. 

Nos aconsejaron no tener miedo, y bien podríamos quedarnos en nuestras casas, para observa el espectáculo. 

También nos dijeron, en caso de quererlo, podríamos hacerlo de conocimiento público.

Yo me arriesgué. Esto ocasionó cierto recelo entre algunos de los miembros del Grupo. 

Se lo di a conocer a aquel periodista que me hizo la entrevista de lo del 3 de noviembre. 

También fuimos a la oficina encargada de realizar las lecturas ambientales de la ciudad. 

Me dirigí allí con Alfonso Blanco. El fin de esa visita era, de acuerdo a los informes exactos sobre la contaminación de la atmósfera, compararla con los datos de la misma, una vez se efectuara la limpieza prometida por los extraterrestres. 

Además esa iba a ser la prueba de la existencia y veracidad al grupo. 

Como era de esperarse, no nos facilitaron ninguna información, y tampoco tuvimos como justificar ese pedido. 

Regresamos con las manos vacías.

En los días anteriores a la prueba, la tensión aumento considerablemente. 

Algunos no tomaron en serio esas informaciones, ayudando a crear un ambiente más pesado entre todos nosotros.

Por fin llego el día esperado. 

Con cierta desilusión observamos el amanecer más hermoso y despejado, como correspondía a esa época del año en Bogotá. 

Nada hacia sospechar una tormenta de las proporciones anunciada por los extraterrestres. 
El reporte meteorológico de aquel día dicembrino indicaba vientos en calma, y ausencia de nubes, permitiendo una visibilidad de muchos kilómetros.

Me dirigí a mi oficina, y allí espere nerviosamente, junto con Alfonso, el cómo se desarrollarían los acontecimientos. 

Hacia calor de verano. Mis socios, y algunos de los empleados, me miraban y sonreían maliciosamente. 

Para tratar de calmar un poco mi nerviosismo, caminaba rápidamente, resolviendo asuntos propios de nuestra oficina y mi profesión. 

Pero no lograba superar mi inquietud interior. 

Miraba a cada minuto a través de las ventanas, buscando alguna señal sospechosa de nubes, indicadora de una futura tormenta.

Pero nada… el cielo seguía despejado. 

A decir verdad, el clima invitaba a organizar un paseo al aire libre.

Pensaba en el ridículo que haría cuando pasara la hora y no hubiera sucedido nada. 

Quedaría desacreditado entre los mismos amigos y miembros del Grupo.

Diez y treinta de la mañana. 

De la parte oriental de Bogotá, sobre los cerros, empezó a fluir una corriente intensa de vientos. 

Las nubes, a cierta velocidad, amenazaron con cubrir toda la ciudad, y lo que indicaba sería un hermoso día, comenzó a esfumarse en la oscuridad de gigantescas manchas grises. 

En 15 minutos todo el cielo estaba cubierto, poderosos relámpagos y truenos desencadenaron la más fuerte borrasca de cuantas se sucedieron en los últimos meses. 

Un fuerte aguacero se precipitó, convirtiendo las calles, en pocos segundos, en furiosos riachuelos. 
Las gentes corrieron en busca de refugio, tratando de escapar al torrencial aguacero.

Parado en la ventana, no perdí detalle de ese increíble suceso. 

Mis compañeros de trabajos, desconcertados aún, con mucha desconfianza, pero reconociendo mi vaticinio, me felicitaron, hasta convertirse el ánimo en una especie de fiesta. 

Todos alegres comentábamos. 

Mi oficina esta situada en un 7mo piso del edificio. 

El teléfono comenzó a sonar insistentemente. 

La primera en llamar fue Graciela (Chela), y me comentaba su euforia, pues una hermana la había visto mojarse bajo la lluvia, en el patio de su casa. 

Reíamos a nuestra anchas, comentando todo. 

La segunda llamada fue de Marjorie, ella, con una alegría desbordante, me dijo que nunca entendería claramente lo ocurrido aquella mañana.

Salí a la calle con la intención de observar los rostros mojados de los peatones. 

En tanto decía para mis adentros: 
¿si ellos supieran por qué está lloviendo….?

Las naves que habían producido esa especie de caos, eran 3. 

Venían desde algunas bases dispuestas, aquí, en éste planeta. 
Esas naves tuvieron que cerrar la ciudad, para evitar fueran observadas, durante el desarrollo de la operación. 

Con gigantesca aspiradora, conformadas por canales de energía artificial, absorbieron el
smog, y lo llevarían a algún lugar, en el Polo Sur.

Fui a visitar la oficina de Gloria Ines Ortiz, integrante del Grupo. 

Llegando a “Trametalco” (oficina donde trabajaba gloria Ortiz), pude observar a hombres y mujeres, sacando desesperadamente el agua, de sus casas, en lo que había sido, el más importante aguacero de los últimos tiempos. 

Ya con Gloria en su oficina, comentamos las incidencias del acontecimiento. 

¿Qué dirían las personas, si supieran por qué esta lloviendo?

Esto nos produjo cierta hilaridad.

La lluvia cesó a la una en punto de la tarde, tal como lo habían anticipado, 8 dias antes, los Hermanos Mayores. 

Los extraterrestres cumplieron su palabra con exactitud. 

Entendí, recordando los gigantescos tubos traseros de la nave. 

Pero a pesar mío, pocos comprendieron su significado real.

Richard Deeb me llamó en la tarde por teléfono, muy feliz del cumplimiento de la “profecía”, y me comunico que los “Maestros” lo habían castigado con una tremenda mojada, ya que no hizo mucho caso del informe, y se abstuvo de sacar el paraguas, al ver el día tan claro y despejado.

A los pocos días de la limpieza atmosférica en Bogotá, Karen abandonó la ciudad, rumbo a México, donde residía.

En una de la muchas reuniones en casa de Richard, llego una extraña comunicación, al cabo de 20 minutos de infructuosa concentraron. 

Tomamos atenta nota de la información, sin presentase algún incidente anormal, terminamos en la forma acostumbrada.

Aquella vez no hubo identificación, y atando cabos, luego de leer detenidamente el mensaje, concluimos que no era de nuestros amigos de Las Pléyades. 

Eran “extraterrestres intrusos”, totalmente desconocidos por nosotros. 

Al finalizar la comunicación, nos invitaron a reunirnos al día siguiente para recibir mayor información. 

Nada pudimos sacar en claro aquella noche, esto nos produjo cierto molestia, máxime cuando nos habían advertido del intento de “fuerza contrarías” por estropear nuestro esfuerzos, creando confusión entre los presentes. 

Rezaba el mensaje de la siguiente manera:

“La fuerza vital que se manifiesta en una mujer, durante el periodo de gestación, desde los dos meses, no sólo es perjudicial para el feto, sino para la madre también, y por ende, entre los receptores. 

Las fuerzas son de tal frecuencia, que lesionan partes vitales, durante el proceso de gestación. 

No así los cerebros desarrollados que se revitalizan. 

Ahora NOSOTROS queremos tomar parte importante en vuestras reuniones. 

Hemos estado observando las manifestaciones de contactación. 
Si ustedes están listos, y nos lo permiten, les daremos información a cambio de una experiencia. 

Nos vamos a manifestar a algunos de ustedes. 

No reaccionen en forma negativa, no se atemoricen, pues es necesario que nos conozcan. 

Si nos ven sin cuerpo…no se asusten. Somos así. 

Nuestro deseo es que también tengamos comunicación con el
Grupo. 

Intenten una visión de NOSOTROS. 
No se alarmen, pero estamos haciendo contacto con el
“mundo de los humanos”. 

Muy pocas veces tenemos la oportunidad de pasar esa barrera. 

¡Trátenlo!, para nosotros es de vital importancia y necesario.

¡Hasta después!

Era el 23 de noviembre de 1973, a las 9:00 p.m. en casa de Richard Deeb. 

Se había recibido en el grupo a una mujer embarazada, y no podía seguir formando parte del mismo, ya que la energía psíquica que se acumulaba, entre los integrantes del grupo, era dañina para la que se desarrolla en el feto. 

Por lo tanto, era contra producente que una mujer en estado de gestación tomara parte de esa particular experiencia. 

Era la esposa de Rafael, el medico.

No se identificaron. No sabíamos quienes eran. 

Es mas, creímos que eran “ellos”. 
Yo solo alcance a diferencia la “entrada” de la comunicación. 

Era diferente. No podía explicarlo. 
La sesión había terminando.

La próxima seria el 25, dos días después. Todavía no alcanzaba a ver claro.

Decidimos aclarar ese misterio, nos encontramos el día previsto a las 7:00 p.m. en casa de Richard. 

Una vez terminados los ejercicios, la comunicación entró inmediatamente. 

Sin perder el tiempo, se identificaron con los siguientes nombres AXA, AX y OXO, tres seres procedentes de “sexta Dimensión”. 

Según nos aclararon, un mundo paralelo, de coexistencia al nuestro. 

Al momento de la comunicación, “Ellos” se encontraban en la misma sala nuestra, esto produjo cierto temor e inquietud entre los presentes, pero continuamos. 

No tenían forma ni cuerpo como nosotros. 

Eran diferentes, y en su hábitat, la alimentación consistía en energía pura. 

El motivo de su visita estaba relacionado con una prueba que querían hacer con nosotros. 

Era una oportunidad obtenida cada 600.000 años, cuando se rompía la barrera o puerta dimensional de su mundo hacia el nuestro.

La primera orden recibida fue la de apagar todas las luces de la sala, para quedar en completa oscuridad. 

El mensaje llegó con ésta información:

“Un hombre nunca construye su hogar sobre la arena, insensato sería. Así mismo, no es de un hombre que razone el proceder equivocadamente, cuando con anterioridad, se le han dado a probar los frutos del
Conocimiento. 

¡Aquí hay moraleja!, Nuestro interés está cifrado en todo el grupo. 

La reacción de quien esperan será totalmente positiva (un miembro del grupo no nos apoyo inmediatamente, posteriormente se unió a la experiencia de una manera positiva). 

Se ha pasado parte la prueba. 

Los olmos no dan fruto distinto al de su propia especie. 

Aquí llega el momento crucial de sobrevivencia del Grupo. 

¿Cuál será el pensamiento de cada uno? 

¿Qué darían mañana si la manifestación de nosotros es contraria a vuestros deseos? 

¡Que no se avancen juicios temerarios de comportamiento! 

Vosotros estas en el crisol, sois forjados con fuego, y el metal de su conformación esta listo para tomar y fijar la meta que ya esta trazada…”

“No os alarméis si no se vuelve a recibir nada. Pues escrito está que, lo poco que se ha dado, aun será quitado. 

El equilibrio de la reunión depende enteramente de ustedes. 

No desechéis la Sabiduría que se ha puesto con alegría. 

Vuestro gozo será grande si recibís y entendéis. 

Rompimiento, desequilibrio y desacuerdo, son peligrosos. 

¡Salud a vosotros hermanos de la Tierra!

El Mensaje estaba claro. 

Entre los miembros del Grupo hubo desacuerdo por la reunión del 23 de Noviembre y de su contenido. 

En realidad había temor ante lo inusitado del “contacto”.

El mensaje termino a las 10:15p.m. 

Entre los ejercicios iniciales y la finalización, había trascurrido 45 minutos aproximadamente. 

Dibuje los símbolos en plena oscuridad, cuando en medio de la reunión la “entidad” pidió me colocaran un lápiz y papel en la mano. 

Hasta ahora no hemos entendido el significado de los símbolos, sólo uno “infinito”

Pudimos observar, durante los dos primeros mensajes, que no eran los “Hermanos Mayores”. 

No se trataba en definitiva de “ellos”. 

Concertamos hacer otra “contactación”, al día siguiente, para pedirles se identificaran. 

Ya algunos del Grupo estaban inquietos, pues nos habían informado que no tenían “cuerpos” y se referían a nosotros como los “humanos”.

Así pues, era sorprendente ver como discutíamos entre el Grupo, tratando de saber con “quien nos habíamos metido”.

La reunión se realizo el 26, a la hora de costumbre. 

Al contrario de los extraterrestres, ésta “entidad” no daba ningún saludo inicial, la comunicación además, era diferente. 

La captaba como una vibración, mientras la recibía. 

Mis músculos y cuerpo se resentían, me sentía extraño, y sudaba copiosamente. 

No perdía la capacidad de darme cuenta de todo. 

Estaba consciente que era telepatía “vibracional” que se traducía en lenguaje, al recibirla. 

No caía en trance, como los “médiums” del espiritismo. 

Con los “Hermanos Mayores” la comunicación era sorprendente, pues podía abrir los ojos, y ver a los del grupo grabando, y en algunos casos, a Maria Teresa o Marjorie, limpiando el sudor de mi frente, con una toallita o servilleta.

El Mensaje llego:

“nuestro mundo es de 6 dimensiones. Mi nombre es AXA y mis dos acompañantes son OXO y AX.

Imagínense un ojo, el más bello que jamás hayan visto. Sin pestañas, sólo limpio, azul y claro. 
Nosotros somos así. ¡NO tenemos cuerpos. Nos nutrimos con energía, ¡ustedes tienen manos, y deberían dar gracias por eso! 

Queremos una experiencia con todos. Escuchen bien las instrucciones.

Mañana deben estar presentes 17 personas, de las cuales 4 serán mujeres. 

Denle a Enrique papel y lápiz, apaguen todas las luces! 

Deben quedar a oscuras totalmente”.

Una luz única, que hacia en una lámpara, se apagó, y cerraron las cortinas de la ventana. 

Escuche la vibración que traducía: 
¡Dibuja, dibuja lo que veas!

Y Como si una mano invisible dirigiera la mía, hice el dibujo, marcando las posiciones que debían adoptar los participantes de la experiencia.

La mujeres debía ubicarse en forma horizontal dos y dos, atravesando el triangulo. 

Los 13 hombres en total, se debían ubicar, uno en cada punta del triangulo, que había dibujado. Tres más siguiendo la línea, de cada lado, y yo en el centro, sentado sobre un magneto, que darían las instrucciones de cómo obtenerlo. 

Era bastante peligroso y nos lo hicieron saber. 

Debería haber un gran espejo a cada lado del grupo. 

Las instrucciones fueron tajantes:

-Existe un peligro grave si no se siguen las instrucciones al pie de la letra.

“Nuestro mundo es intangible para ustedes, -dijeron-. 

La visión que van a ver, es la manera de manifestar nuestra presencia. 

Al sonar las palmas de las manos, Enrique, abrirán los ojos.

Permanecimos todos en silencio uno o dos minutos interminables…

Soné las palmas de las manos, impulsado por un deseo “invisible” de hacerlo, pero estaba consciente. 

Batí las palmas, y abrimos los ojos….! 

Un ojo transparente flotó fugazmente sobre la sala!

La luz fue encendida por alguien del Grupo. 

Mi silla saltó por el aire conmigo.

Fernando Márquez me levanto del suelo, todos estábamos estupefactos. 

Empezaron los desacuerdos. 

La primera en hablar fue Paulina, la esposa de Richard, quién enfatizo su desagrado por lo que pasó. 

Que el grupo estaba por los extraterrestres y no por unas “entidades” de las cuales no conocíamos sus verdaderas intenciones. 

-“Tengo una hija, y no quiero exponerme”-, dijo Fernando, Márquez apoyando a la esposa de Richard, dando disculpas a los “Hermanos de Sexta Dimensión.”. 

Otros hicieron lo mismo, y solo 4 de los presentes querían realizar la experiencia. 

Esta se llevaría a cabo el día siguiente.

Teníamos que conseguir 17 personas incluidas 4 mujeres. 

Yo participaría. , Alfonso Blanco, Gloria Ortiz, Maria Teresa, estábamos dispuestos al día siguiente. Tenían prisa. 

En esa reunión empezó a declinar el primer Grupo, que venia actuando en casa de Richard Deeb. 

De allí partiría posteriormente el segundo “grupo de contacto”, en un pequeño apartamento, que compartíamos, con un nuevo miembro del grupo, carrera 31 con calle 11, en una zona industrial de la ciudad.

Al día siguiente, los seres de la “Sexta Dimensión” (sin lograr reunir los 17 participantes que se requerían), entrarían por ultima vez en contacto con nosotros, no sin antes darnos los agradecimientos a quienes decidimos ayudarles en la prueba. 

Nos pidieron recordarles, que atravesaban la barrera dimensional cada 600.00 años terrestres, según la forma de contar nuestra.

La despedida fue triste, y extraordinaria a la vez, se fueron con un tremendo lamento, llamándonos “pobres y vacíos hombres terrestres”, por no haber participado todo el Grupo. 

Nos dijeron poder ayudarnos a los que aceptamos seguir la prueba. 

De manera bastante extraña, pues solo debíamos pensar en “ellos” ante algún apuro o necesidad.

Fue una lastima, los dos espejos los utilizarían para proyectar su imagen, y hacerse visibles a nosotros, no importando la apariencia diferente a la nuestra. 

Esto provocó, no miedo, sino pánico, entre los presentes.

Perdimos una gran oportunidad, y sólo hasta dentro de 600.000 volvería a repetirse la experiencia.

La despedida fue dramática en casa de Gerardo. 

“Ellos” esperaban mucho de nosotros, todos habríamos ganado. 

Según nos dijeron, “estaban en el umbral de la Suprema Sabiduría” y ésta prueba era para ellos de suma importancia.

Como el factor tiempo funcionaba de manera diferente a como nosotros lo representamos, las puertas de su mundo se cerrarían muy pronto. 

Se fueron tan misteriosamente como se manifestaron. 

Sus últimas palabras detonaban tristeza, pero no por ellos, sino por nosotros. 

No hubo despedida real, solamente abandonaron nuestro medio. 

Escuchamos un extraño murmullo, como las voces de unos niños de manera tangible.

En la práctica, fue aquí donde nació el grupo de los 12, conformado por 13 personas. 

Habitualmente, concurrían como he dejado establecido, entre 14, 16 y más personas. 

Esta experiencia no gusto a muchos por el hecho de presentarse quizás, la oportunidad única de probarse la existencia de entidades ajenas a nuestro mundo físico. 

El temor a lo desconocido evidenció abiertamente el criterio subjetivo que se venia tomando en las comunicaciones con extraterrestres. 

Cada uno veía con ojos diferentes estas experiencias bastantes ajenas a lo común.

Las pruebas a que fuimos sometidos durante las comunicaciones, son en muchos casos, sin sentido e inverosímiles, si se quiere. 

Nos mandaron a conseguir cinturones de cobre para nuestros cuerpos, con un bien delineado dibujo, y nos dijeron cómo y cuándo usarlos. 

También nos recomendaron colocarnos un cinturón de barro, en la parte media del cuerpo durante, dos horas, acostados en el suelo.

Nos permitían hacer preguntas, y daban respuestas. 

No recuerdo que alguna vez rehuieran la contestación a lo que formulábamos.

Así surgió, en el mes de diciembre el contacto con los Hermanos de Venus. 

Esta experiencia nos llevaría a una extraordinaria acumulación de enseñanzas y parámetros de tipo espiritual, que no alcanzábamos todavía a comprender. 

Se inició pues, la preparación para un tercer encuentro frontal con otra civilización, supuestamente de nuestro Sistema Solar.

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